ADULTO:
Cuatro años
de estudio de leyes después, estoy sentado en el aula universitaria y me digo
de repente: no me gusta esta universidad, no me gusta lo que estudio, no quiero
pasar mi vida haciendo algo que no quiero, conclusión, me voy. Y así, sin decir
nada, me levanté, dejé mis cuadernos y mi carrera, no quería ya a esa edad
estudiar música, tal vez por temor a no llegar donde hubiera deseado, por lo
tanto me fui a otra universidad, más pequeña, más tranquila y me matriculé en
Ingeniería Industrial, la cual convertí en mi carrera definitiva.
Ya para esa
época había tenido mis primeras experiencias laborales impartiendo cursos,
aparentemente mi increíble capacidad para repetir una y otra vez los conceptos,
hasta permear en aquellas mente más duras que el diamante, era muy útil para
esos menesteres, así que pronto estuve impartiendo cursos como profesor
asistente en mi nueva universidad. En cuanto a lo social, nuevamente mis
relaciones empezaron por la música, aunque mis amigos esta vez se acercaron
inicialmente por el dominio de lo académico, que siempre me caracterizó.
Algunos de ellos son hasta el día de hoy personas muy especiales en mi vida.
Es ahí donde
conozco a mi primera esposa, para entonces una muchacha sumamente divertida y
vivaracha. Dos años de noviazgo, matrimonio, principio del fin. Aparentemente
mis peculiaridades, muchas de las cuales parecían divertidas en un principio,
no lo fueron tanto con el tiempo, además, una mujer muy sociable, llena de
“amistades” y amiga de andar rodeada de gente, no es precisamente la pareja
ideal para un tipo desarrapado, para quien la música y el baile de moda son
absurdos, que no visita a nadie, que por ratos parece un robot, que tiende a
construir murallas para dejar al mundo afuera y que tiene cero sentido de la hipocresía
social. Divorcio por mutuo acuerdo.
Sea como
sea, no tengo ningún rencor por lo ocurrido, esas cosas pasan en cualquier
pareja, aspies o no aspies y lo mejor fue que de esa relación, nació mi hija
mayor, uno de los verdaderos tesoros de mi vida.
LA LUCHA:
Paralelamente
a este período de la historia, empiezo con mi vida laboral como profesional.
Mi primer
empleo a tiempo completo, una corporación de catorce empresas de capital
nacional. Mi primer puesto, Jefe de Organización y Métodos. Mis jefaturas
quedaron fascinados por el nivel de análisis y la alucinante velocidad a la que
se daban los resultados, esto me convirtió hasta cierto punto en figura en la
empresa, además que empecé a convertirme en el consejero de todos, primero
esporádicamente, luego con regularidad, me empezaron a pedir consejos sobre
diversas problemáticas, los cuales por supuesto nunca negué, otra
característica de mi personalidad, nunca he podido decir que no.
Y justamente
ahí estuvo mi problema, analicé a conciencia, propuse lo que consideré
adecuado, hice mi trabajo y… me sacaron disimuladamente negándome los
incrementos salariales previamente pactados, negándome facilidades laborales y,
lo último, contratando una empresa a la que le pagaron millones por realizar y
presentar a los gerentes un plagio descarado de mi trabajo de tres años.
Repasé por
horas y días en mi mente tratando de entender lo que había sucedido, el porqué
de ese súbito cambio de la gloria a la ignominia, en aquel momento no lo supe
con certeza, todo lo que pude entender, si es que entendí algo, es que mis
trabajos y consejos habían tocado fibras sensibles de algunos “elefantes
blancos” de la empresa, lo que me convertía en un indeseable y, como no podían
despedirme con cualquier excusa, me corrieron a punta de disimulados
golpecitos.
En aquel
momento todo fue muy triste, confuso e indignante, y lo que me parecía
totalmente increíble era que, al fin y al cabo, me botaban por hacer mi trabajo
y tratar de cumplir con la mayor honestidad posible. Qué era entonces lo que se
esperaba de mí?
Pasé por un
par de trabajos luego hasta llegar a mi actual institución. Con el primer jefe
que tuve, se repite una vez más la historia, todo excelente, me convierto en la
estrella del equipo y luego, caída en picada. El señor en cuestión se convierte
en mi enemigo, se refiere despectivamente de mi persona y dice barbaridades
ante todo el mundo, y yo? pues preguntándome: qué fue lo hice mal?. Mis
compañeros me dicen que yo soy el problema, que haga lo que los demás, que sea
un tipo estilo “yes sir” y todo se olvida porque al jefe simplemente no se le
podía decir que no. Gracias por el consejo pero... NO PUEDO!!!!
Hay algo en
mí que me impide dejar de decir las cosas que pienso, que me hace decir lo que
considero correcto, aunque el mundo caiga a pedazos, no sé que es pero empiezo
a pensar que, o yo estoy totalmente desubicado en el mundo, o es que todo el
mundo ha caído en la demencia y nadie parece haberse percatado.
Cambia mi
jefatura, nombran a un supuesto amigo de años. Mi amigo, dueño de un
inmejorable manejo de la diplomacia crece hasta la estratósfera, muchas
veces gracias a mis ideas, las cuales plantea de forma brillante y como
propias, mientras que yo me limitaba siempre a exponer lo hechos, sin adornos
ni atenuantes.
En esos años
descubro en una amiga y compañera de trabajo a mi alma gemela. A pesar de tener
personalidades muy diferentes, parecemos destinados a estar juntos por una
comunión de principios espirituales que nos hacen atraernos hasta la decisión
de compartir nuestras vidas. Nuevo matrimonio que traerá al poco tiempo a otro
tesoro a mi vida, mi hijo.
Pasa el
tiempo, aquel amigo sube hasta perderse de vista, nuevo cambio y nuevo jefe.
Esta vez fue peor, se trata de un tipo poco analítico, prepotente y sumamente
ocurrente. Desde el inicio digo lo que pienso de sus proyectos, a todas luces
ocurrencias mal concebidas y mal planteadas, lo que me hace sugerir cambios
radicales en las propuestas. La respuesta que recibo es pronta y cruda, me
envían el mensaje de quedar totalmente vetado de asistir a reuniones por ser
“una persona negativa”. Pasan los años, los proyectos siguen su lógica
trayectoria y fracasan estrepitosamente, el jefe en cuestión es removido de su
cargo. Yo sigo esperando la disculpa y no creo que llegue, parece ser que el
hecho de que se compruebe que yo tenía la razón no quita la etiqueta de
negativo.
Mensaje
comprendido, lo entiendo, me dejarán para siempre a este nivel, que no es nado
malo, pero es un hecho que las puertas del Olimpo están cerradas para mí,
simplemente soy muy poco político para aspirar a ser candidato, allá arriba se
llega alabando a los dioses empresariales, siendo tremendamente simpático,
manejando la pompa social, no cuestionando a los de arriba, diciendo siempre si
aunque la respuesta sea no, en fin se llega siendo la persona que yo no soy.
Reconozco mi
frustración en ese momento, el sufrimiento de creerme capaz de colaborar y no
poder hacerlo porque no sé como presentar las cosas para que se vean
agradables, la impotencia de saber que solo te hacés viable si mentís y no
saber ni querer hacerlo.
La
frustración lleva a la resignación respecto a mi condición laboral, vivo con mi
segunda esposa, mujer increíble que me tolera mis cosas y comparte mis pocos
triunfos y muchas angustias, con mi hijo amado, músico talentoso quien, a sus
catorce años, toca su flauta traversa como un profesional y con un futuro
increíble en el arte.
Hago mi
trabajo lo mejor posible sabiendo que de ahí no podré pasar, estoy viejo y
cansado de pelear con el mundo … de sentir que algo no está bien y no saber
porqué siempre soy la eterna minoría
Ahí estoy,
no me muevo más de lo necesario, llevo mi tiempo lo más tranquilamente que me
sea posible, no me hago notar más de lo necesario, volví a ser ostra, al menos
parcialmente.
Sniffff,
snifffff, sorry, es que yo me conmoví a mí!, no crean que así de trágico
termina el asunto, falta el final y es un final feliz!!!!
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