martes, 2 de diciembre de 2014

Y así podría ser la vida de un aspie - parte tres



ADULTO:
Cuatro años de estudio de leyes después, estoy sentado en el aula universitaria y me digo de repente: no me gusta esta universidad, no me gusta lo que estudio, no quiero pasar mi vida haciendo algo que no quiero, conclusión, me voy. Y así, sin decir nada, me levanté, dejé mis cuadernos y mi carrera, no quería ya a esa edad estudiar música, tal vez por temor a no llegar donde hubiera deseado, por lo tanto me fui a otra universidad, más pequeña, más tranquila y me matriculé en Ingeniería Industrial, la cual convertí en mi carrera definitiva.
Ya para esa época había tenido mis primeras experiencias laborales impartiendo cursos, aparentemente mi increíble capacidad para repetir una y otra vez los conceptos, hasta permear en aquellas mente más duras que el diamante, era muy útil para esos menesteres, así que pronto estuve impartiendo cursos como profesor asistente en mi nueva universidad. En cuanto a lo social, nuevamente mis relaciones empezaron por la música, aunque mis amigos esta vez se acercaron inicialmente por el dominio de lo académico, que siempre me caracterizó. Algunos de ellos son hasta el día de hoy personas muy especiales en mi vida.
Es ahí donde conozco a mi primera esposa, para entonces una muchacha sumamente divertida y vivaracha. Dos años de noviazgo, matrimonio, principio del fin. Aparentemente mis peculiaridades, muchas de las cuales parecían divertidas en un principio, no lo fueron tanto con el tiempo, además, una mujer muy sociable, llena de “amistades” y amiga de andar rodeada de gente, no es precisamente la pareja ideal para un tipo desarrapado, para quien la música y el baile de moda son absurdos, que no visita a nadie, que por ratos parece un robot, que tiende a construir murallas para dejar al mundo afuera y que tiene cero sentido de la hipocresía social. Divorcio por mutuo acuerdo.
Sea como sea, no tengo ningún rencor por lo ocurrido, esas cosas pasan en cualquier pareja, aspies o no aspies y lo mejor fue que de esa relación, nació mi hija mayor, uno de los verdaderos tesoros de mi vida.
LA LUCHA:
Paralelamente a este período de la historia, empiezo con mi vida laboral como profesional.
Mi primer empleo a tiempo completo, una corporación de catorce empresas de capital nacional. Mi primer puesto, Jefe de Organización y Métodos. Mis jefaturas quedaron fascinados por el nivel de análisis y la alucinante velocidad a la que se daban los resultados, esto me convirtió hasta cierto punto en figura en la empresa, además que empecé a convertirme en el consejero de todos, primero esporádicamente, luego con regularidad, me empezaron a pedir consejos sobre diversas problemáticas, los cuales por supuesto nunca negué, otra característica de mi personalidad, nunca he podido decir que no.
Y justamente ahí estuvo mi problema, analicé a conciencia, propuse lo que consideré adecuado, hice mi trabajo y… me sacaron disimuladamente negándome los incrementos salariales previamente pactados, negándome facilidades laborales y, lo último, contratando una empresa a la que le pagaron millones por realizar y presentar a los gerentes un plagio descarado de mi trabajo de tres años.
Repasé por horas y días en mi mente tratando de entender lo que había sucedido, el porqué de ese súbito cambio de la gloria a la ignominia, en aquel momento no lo supe con certeza, todo lo que pude entender, si es que entendí algo, es que mis trabajos y consejos habían tocado fibras sensibles de algunos “elefantes blancos” de la empresa, lo que me convertía en un indeseable y, como no podían despedirme con cualquier excusa, me corrieron a punta de disimulados golpecitos.
En aquel momento todo fue muy triste, confuso e indignante,  y lo que me parecía totalmente increíble era que, al fin y al cabo, me botaban por hacer mi trabajo y tratar de cumplir con la mayor honestidad posible. Qué era entonces lo que se esperaba de mí?
Pasé por un par de trabajos luego hasta llegar a mi actual institución. Con el primer jefe que tuve, se repite una vez más la historia, todo excelente, me convierto en la estrella del equipo y luego, caída en picada. El señor en cuestión se convierte en mi enemigo, se refiere despectivamente de mi persona y dice barbaridades ante todo el mundo, y yo? pues preguntándome: qué fue lo hice mal?. Mis compañeros me dicen que yo soy el problema, que haga lo que los demás, que sea un tipo estilo “yes sir” y todo se olvida porque al jefe simplemente no se le podía decir que no. Gracias por el consejo pero... NO PUEDO!!!!
Hay algo en mí que me impide dejar de decir las cosas que pienso, que me hace decir lo que considero correcto, aunque el mundo caiga a pedazos, no sé que es pero empiezo a pensar que, o yo estoy totalmente desubicado en el mundo, o es que todo el mundo ha caído en la demencia y nadie parece haberse percatado.
Cambia mi jefatura, nombran a un supuesto amigo de años. Mi amigo, dueño de un inmejorable manejo de la diplomacia crece hasta la estratósfera, muchas veces  gracias a mis ideas, las cuales plantea de forma brillante y como propias, mientras que yo me limitaba siempre a exponer lo hechos, sin adornos ni atenuantes.
En esos años descubro en una amiga y compañera de trabajo a mi alma gemela. A pesar de tener personalidades muy diferentes, parecemos destinados a estar juntos por una comunión de principios espirituales que nos hacen atraernos hasta la decisión de compartir nuestras vidas. Nuevo matrimonio que traerá al poco tiempo a otro tesoro a mi vida, mi hijo.
Pasa el tiempo, aquel amigo sube hasta perderse de vista, nuevo cambio y nuevo jefe. Esta vez fue peor, se trata de un tipo poco analítico, prepotente y sumamente ocurrente. Desde el inicio digo lo que pienso de sus proyectos, a todas luces ocurrencias mal concebidas y mal planteadas, lo que me hace sugerir cambios radicales en las propuestas. La respuesta que recibo es pronta y cruda, me envían el mensaje de quedar totalmente vetado de asistir a reuniones por ser “una persona negativa”. Pasan los años, los proyectos siguen su lógica trayectoria y fracasan estrepitosamente, el jefe en cuestión es removido de su cargo. Yo sigo esperando la disculpa y no creo que llegue, parece ser que el hecho de que se compruebe que yo tenía la razón no quita la etiqueta de negativo.
Mensaje comprendido, lo entiendo, me dejarán para siempre a este nivel, que no es nado malo, pero es un hecho que las puertas del Olimpo están cerradas para mí, simplemente soy muy poco político para aspirar a ser candidato, allá arriba se llega alabando a los dioses empresariales, siendo tremendamente simpático, manejando la pompa social, no cuestionando a los de arriba, diciendo siempre si aunque la respuesta sea no, en fin se llega siendo la persona que yo no soy.
Reconozco mi frustración en ese momento, el sufrimiento de creerme capaz de colaborar y no poder hacerlo porque no sé como presentar las cosas para que se vean agradables, la impotencia de saber que solo te hacés viable si mentís y no saber ni querer hacerlo.
La frustración lleva a la resignación respecto a mi condición laboral, vivo con mi segunda esposa, mujer increíble que me tolera mis cosas y comparte mis pocos triunfos y muchas angustias, con mi hijo amado, músico talentoso quien, a sus catorce años, toca su flauta traversa como un profesional y con un futuro increíble en el arte.
Hago mi trabajo lo mejor posible sabiendo que de ahí no podré pasar, estoy viejo y cansado de pelear con el mundo … de sentir que algo no está bien y no saber porqué siempre soy la eterna minoría
Ahí estoy, no me muevo más de lo necesario, llevo mi tiempo lo más tranquilamente que me sea posible, no me hago notar más de lo necesario, volví a ser ostra, al menos parcialmente.
Sniffff, snifffff, sorry, es que yo me conmoví a mí!, no crean que así de trágico termina el asunto, falta el final y es un final feliz!!!!

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