Y nos
vamos de fiestas…..o no?
Acá en mi ciudad
inician las “Fiestas Cívicas”, más de una semana de juegos mecánicos, desfiles,
monta de toros, comidas, bebidas, bares temporales de todo tipo y tamaño, como
supongo debe pasar en la mayoría de nuestros países.
Por ser una región
agrícola y ganadera, llena de tradiciones acorde a estas características, mucho
se centra en el folclor, los caballos y el ganado, aunque siempre lo primordial
es en apariencia, la parte del baile, la música y el licor.
El pueblo entero se
viste con sus mejores galas vaqueras y participa de buena gana en estas
actividades etílicofolcloricomusicorodeicas… pero… y cómo es una fiesta de
estas desde el punto de vista de un aspie?
Desgranemos esto poco
a poco
-
Gente, gente, gente …geeeenteeee, ir
voluntariamente a un lugar llenos de personas desconocidas que te rodearán por
todas partes, hablando, gritando, cantando, chocando contigo, mirándote, una
versión hyper de un cardumen de sardinas moviéndose como una marea que amenaza
asfixiarte.
-
Moda, yo no soy vaquero, no sé montar
a caballo, toro, búfalo o hipopótamo, no sé ordeñar ni vacas, ni yeguas, ni
cabras, ni hamsters, por lo tanto, porqué debo vestirme como una versión
subdesarrollada de John Wayne o Roy Rogers. Es absurdo, todo un pueblo imitando
la vestimenta de vaquero estadounidense a miles de millas al sur del Río Grande
y mirando de reojo y con desprecio a quien se atreva a disentir del sentido
generalizado de cómo vestirse para las fiestas. No entiendo porqué debo ir a
eventos formales con una tira de trapo colgando de mi cuello y debo entender
este código de vestimenta?
-
Monta de toros, actividad muy
arraigada, primero digamos que, si por no disgustar a algunas personas, decido
estar de acuerdo en ir, siempre me pongo del lado del toro, ya que considero
que digan lo que digan siempre hay maltrato al animal, además que él nunca dio
su consentimiento para participar en este espectáculo. Pues, si contra todos
mis instintos decido ir, probablemente me pasaré tomando el tiempo entre las
montas, criticando como se tardan más de quince minutos para prepararse para
una monta que ni a diez segundos llega y dando indicaciones respecto a todas
las mejoras que deberían realizar en pro de la eficiencia rodeística.
-
Bares, vuelve la marea, pero ahora alcoholizados
y más ruidosos que nunca, acompañando sus gritos con música ranchera mexicana o
cumbia colombiana, algo tan fuera de lugar en unas fiestas en Costa Rica como
la ya mencionada vestimenta gringa. Y si es de noche aun peor porque se suelta
el despliegue de luces que parecen arma de conquista para lavar cerebros de
alguna muy agresiva civilización invasora extraterrestre. Y siempre las
muchachas con poca ropa contratadas para contorsionarse al frente de los
locales y convencer a los ingenuos de que, si entran ahí, tal vez podrían tener
la suerte de “conseguir una así”.
-
Y los desfiles, sentarse horas a ver
pasar a cuanto parroquiano quiere lucirse públicamente, montados en briosos
corceles, humildes caballitos de finca o jamelgos muy cercanos a convertirse en
algún embutido popular, todos con la característica de ir dejando a su paso un
rastro húmedo y aromático de materia vegetal reciclada.
Bueno… así lo veo yo,
por lo que, como comprenderán, no será muy probable que me miren llegar por
allá, lo que si pueden apostar es que muy temprano en las mañanas, aprovechando
que los fiesteros aun descansan de sus danzantes, etílicas y rodeísticas noches,
verán un solitario vehículo transitar por las desoladas calles de la ciudad,
detenerse en algún lugar donde abastecer las necesidades hogareñas y partir de
nuevo lo más pronto posible a la segura madriguera del hogar, a once kilómetros
de del muy alegre campo fiestero.
Salud amigos!!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario