La lucha diaria del aspie
Un día común en la
vida de un aspie es muy similar, en apariencia,
al día normal de una persona neurotípica, levantarse, atender
obligaciones, estudios, trabajo, labores de casa, en fin, vivimos como viven
los demás… según parece.
No obstante, existe una gran diferencia de fondo entre ambos
que hacen que el día normal del neurotípico sea siempre un reto para el aspie:
ellos despiertan diariamente a enfrentar un mundo regido por sus reglas, las
cuales entienden, comparten y aplican, mientras para nosotros cada día
representa el reto de enfrentar un sistema social extraño y, según
nosotros, con muy poca lógica.
Desde el inicio sabemos que nuestros seres amados harán lo
posible por aceptarnos como somos, “disimular” nuestras conductas poco
aceptables socialmente y apoyarnos en lo que les puedan, pero también sabemos
que, a menos que ellos sean también aspies, siempre tratarán de entendernos
dentro de sus propios patrones y esquemas mentales, tal como lo hacen también
los “expertos”. Esta interpretación siempre será forzada, porque, seamos
sinceros, por más que leas, aprendas, estudies y te esfuerces, jamás podrás
entender un cerebro aspie…a menos que seas aspie, es como si yo tratara de
entender en su intimidad lo que se siente ser muggle. Por ahí dicen que “tratar de entender el
comportamiento de algunas personas es como tratar de oler el número 9”, pues
así es, y eso implica que, por más amor y buenas intenciones que tengan, no
podrán comprender nunca a fondo lo que se siente vivir con un cableado
diferente.
Luego viene el enfrentar el entorno, donde normalmente
tenemos tres tipos diferentes de personas a las que deberemos enfrentar,
primero los que podemos considerar amigos, quienes realmente no difieren
demasiado de nuestros familiares, y se comportan muy parecido, conste que no es
mi intención minimizar lo valioso de su amor y sus esfuerzos, simplemente
puntualizar el hecho de que esto no implica el conocer a fondo la forma en que
pensamos y sentimos.
Están los enemigos, realmente, aunque parezca raro, para mi
es la categoría de gente más fácil para tratar, empezando porque una vez
identificados y etiquetados dejan de ser
personas que me interesen particularmente, además, no temo que se ofendan por mis palabras o
comportamientos y les aseguro que en ocasiones la ofensa puede ser no
accidental, pero para el aspie normalmente estas personas no son de su interés
mientras no se nos acerquen mucho o nos ataquen.
Y el tercer tipo, el más difícil de todos, los demás, esos
que forman la gran mayoría de la masa social que nos rodea y quienes, con su
comportamiento grupal, moldean el mundo en que todos vivimos.
Estos son los verdaderamente difíciles para nosotros, porque
no están informados, porque, como grupo, son tremendamente intolerantes y
crueles, porque siguen reglas y patrones de comportamiento incomprensibles para
nosotros y porque, simplemente, son demasiados para poder pensar en
enfrentarlos con alguna posibilidad de éxito. Ellos son los que nos repiten día
a día, cada vez que no nos comportamos como esperan, lo inadecuados que
resultamos ser dentro de su sociedad y
lo hacen de muchas formas, a cual más de todas, estúpidas, crueles, ofensivas,
sea poniéndonos sobrenombres como nerds, geeks, ñoños, raros o lo que sea,
apartándonos de sus actividades, ofendiendo, golpeando, agrediendo.
Para ellos entonces, aprendemos, por medio de un doloroso y
frustrante proceso de prueba y error, a actuar, a fingir ser como ellos,
hacernos pasar por “normales”, a veces con éxito rotundo, digno de un premio
Oscar de la Academia, otras solo para ser descubiertos en nuestros, en
ocasiones, un tanto torpes intentos, y volver al punto anterior.
Ahí radica el éxito del aspie en la sociedad, en esa
actuación diaria, entre mejores actores somos, más aceptación tendremos, así de
claro y crudo como suena.
Así que, como ven, no es fácil ser diferente.
Cuál es nuestra lucha y esperanza? Pues combatir donde, como
y cuando podamos, este esquema injusto para buscar herirlo poco a poco hasta
derribarlo y hacer surgir una nueva sociedad más tolerante e inclusiva,
contando con nuestra única arma para
hacerlo: la información.
Pues, entonces, los dejo con este “cuento de terror”,
esperando al menos tocar a uno más en el proceso.
Mis disculpas…. Tengo que ir a competir por el Globo de Oro!!