Dado
unos posts de un foro aspie, hablaba con
mi esposa, como solemos hacer, respecto a esta condición que nos caracteriza tanto
a mi hijo como a mí.
Esa
conversación, junto con un programa que
medio mirábamos en Animal Planet, me llevó a proponerle una forma
respecto a cómo veo yo el ser aspie en un mundo neurotípico. Se me ocurrió, viendo
una manada de lobos, comparar a nuestra
sociedad con una manada de perros.
Cuando
los perros están en manada establecen patrones conductuales muy propios de
ellos, existe un esquema social fuertemente definido en sus roles, una
percepción de los estímulos propia de su especie, como lo que representa comida,
peligro, juego y esta percepción, unida a sus instintos y respuestas
aprendidas, condicionan la forma en que ellos captarán, interpretarán y
responderán a los estímulos de sus semejantes y de su ambiente.
Existe
todo un lenguaje compuesto por expresiones sonoras, como el ladrido, lloriqueo,
aullido y gruñido, junto con toda una
gama de señales no sonoras que al rato son aun más significativas, como la
exposición corporal (incluida la muy conocida costumbre de deleitarse con
aromas de trasero), posiciones de dominio, de sumisión, alegría o agresión.
De
hecho, muchas personas, como el muy conocido Cesar Millan, han dedicado su vida
a entender e interpretas dicho lenguaje canino y mejorar su interrelación con
los humanos.
Obviamente
todas esas conductas, ruidos y señales tienen sentido en la sociedad canina y
en gran parte determinan su cohesión y funcionamiento.
Ahora
imaginemos lo “inimaginable”, de un momento a otro, en este feliz contubernio
canino, aparece un extraño…UN GATO!!!
Es
de suponer el shock para ambas partes, incluso el conflicto que puede
presentarse.
El
no ve el ambiente como los perros, no procesa igual los estímulos, no entiende
absolutamente nada de los que le rodea, las señales y mensajes de los perros, a
menos que sean demasiado claras, como una agresión por ejemplo, no tendrán para
él ningún significado específico e incluso estoy casi seguro que no estará
demasiado dispuesto a oler traseros de perro.
Los
perros son mayoría absoluta, por lo que para ellos el gato es “anormal”, no
calza para nada en su sociedad y no estarán dispuestos a cambiar, por lo que es
muy posible que el gato sea agredido o aislado, convirtiéndose en un paria
social.
Pensemos
en que los perros no matarán al gato!!!
Qué seguirá
entonces?
Pues
lo lógico, el gato, poco a poco, empezará a interpretar los comportamientos
caninos y a responder en una forma que se adapte mejor al comportamiento de la
manada, con lo cual logrará integrarse mejor, minimizar el conflicto y, si tiene
suerte, incluso hacerse entender de vez en cuando.
Pero
debemos ser claros, por más que el gato se adapte sigue siendo un gato, jamás
será un perro!!
Por
más que la manada lo trate de forzar a pensar y actuar como ellos, lo más que
lograrán serán respuestas aprendidas y memorizadas porque el gato será gato
eternamente y no podría, ni aunque así lo quisiera, cambiar su felina
naturaleza.
La
manada seguirá su vida, poco le importará el gato y al gato no le quedará más
que tratar de facilitarse él mismo las cosas para no tener una “vida de perros”
entre perros.
Pues
es igual con los aspies, venimos al mundo NT cargados de un diferente set de
códigos y al igual que el gato, no nos queda más remedio que tratar de
comprender lenguajes que no son los nuestros, siempre conscientes que el hecho
de hacerlo no nos cambia un ápice y que siempre seremos lo que somos y
deberemos convivir en una sociedad que nos cataloga como “anormales” por el
simple hecho de no ser perros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario